Quiero
Andrew Wyeth, Christina's world (1948).
Como quisiera que la luna no alumbrara los caminos que desconciertan tanto al caminarlos,
Que tus manos no acariciaran el último resquicio de cordura que até con un viejo mecate a lo largo de mi cintura
Como quisiera cariño, que tus ojos no imploraran ser alumbrados por mis sonrisas,
Que a tus espaldas no acecharan tantas dudas
Y que mis cabellos no percibieran cuando tu sonrisa flaquea.
Pero querer, he dicho, no alumbrará el camino que falta por recorrer
No construirá los puentes necesarios cuando el río crezca y no cese de llover
No hay pues, manera de materializar mis añoranzas
No hay vacíos por llenar y las cuestiones son más bien temores hechos al verse implicada la fe.
Y es curioso, mi historia habla tan poco de la fe
No hay cimientos que anclen a mis entrañas a afirmar con certeza aquello que no se ve
Mis entrañas se regocijan entre cordilleras de fe muerta, entre historias a medias,
Que no lograron hacerse menos o más de lo que añoraban ser
Las añoranzas, de acuerdo a mi experiencia, matan
Y es una muerte aniquilante que no busca la vida eterna, que no cree salvarse.
Quisiera, que la vida no se me escurriera de entre las manos
O que se detuviera para observarte desde aquí, donde la voz no recorre grandes distancias para llegar hasta tu boca
Donde mis miedos y los tuyos juegan a lo inverso de las escondidas
Y caminan de la mano cuando el alba no alcanza a vislumbrar bien los desniveles del camino
O si bien, el alba intenta cubrir los desniveles de los caminos.
He aquí la razón por la cual cuelgo mis brazos de tu cuello, susurrando los temores que vienen después de asomarme a la inmensidad de tus ojos,
Que me piden asomarme acompañada de auroras si ya se ha escondido el sol
Y abrazada de tus sueños si la realidad empaña tus pupilas
Me acerco a los temores y tú ayudas a identificarlos, ayudas a entenderlos.
Tus ojos, espejos
Y yo que quiero más de lo que debería querer
Como quisiera devorar tus ojos antes de que se fundan por completo a mi alma
Como quisiera mi amor, que no fuéramos por el mundo con las certezas amordazadas
Que juntos aprendiéramos a liberarlas, a creer en ellas.
Las certezas, la fe
No he dejado de negociar con ellas, afianzando mi espacio dentro de este limbo
Queriendo más de lo que debería querer
Como quisiera, mi amor, entregarte el último resquicio de cordura que había atado a mi cintura.