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Izhar Gómez

Agua negra


Vida y muerte no son categorías irreversibles


"La vida no es más que un círculo" pareciera insistir un hilillo de intuición que ondea aún ante las dunas de la evidencia que acumula el tiempo. ¿Demasiada humana la insistencia pertinaz de ver fines operando en el entramado de causalidad que le dan origen? La razón empodera, enajena, nombra, posee al mundo natural, tal vez para servir a intenciones sujetas a otras cadenas de finalidad. Aventurarse a suspender en cada acto de vida un en sí justificado por su propia trayectoria y no por su finalidad funcional.


Así, la supervivencia no parece más finalidad que otra disposición de una forma vital a realizar el acto heroico y demasiado humano de hacer el camino de regreso. Volver del inframundo y de alguna manera conversar, provista de palabra con los demás elementos de lo vivo o de la razón. Objetos capaces de una heroica catábasis posibilita la irrupción del orden de la palabra humana en las cosas del caos de lo biológico.


Organismos que dejan de lado su "finalidad" para, eternizados por la ciencia, nombrar las formas que dan al hombre sentido de la diversidad de la vida.


Expulsadas de la penumbra por el tratamiento de la cámara los especímenes seleccionados parecen ganar un nuevo fin, una nueva dimensión, una nuevo denominación. Ya no de determinación de la certeza de la dominación humana sobre el mundo natural sino de coincidencia con los fines extraviados de la humanidad que deambula en las dunas de sus objetivaciones, desechando sus reflexiones pasadas, buscando nuevo asidero en una playa ya en penumbra, no teleológica, no final, no circular.


Texto de Rodrigo Rebolledo.

 

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