El cine en la República de Weimar: 100 años de la UFA (Lista de reproducción núm. 4)
Hungermarsch (Café Republik) de Hans Grundig
El 25 de abril de 1943, el Ministerio de Propaganda del Tercer Reich ordenó a varios miembros de la SS dirigirse al número 38/39 de la Krausenstraße, frente a la Dönhoffplatz de Berlín, para defender las ruinas de la sede de la compañía cinematográfica Ufa (Universum Film AG). Días más tarde, cuando la guerra estaba completamente perdida para los alemanes, desaparecieron de los estudios de grabación en Babelsberg cámaras, luces, faros, tablas de montaje, grúas y vestuarios. Monasterios, cárceles, calles empedradas y campanarios de utilería... ficciones solapadas por ventiladores, reproducciones en miniatura de pueblos alemanes con manantiales y bosques inmóviles quedaban desmantelados para siempre. Así terminaba la historia de uno de los consorcios cinematográficos más importantes del siglo XX. Irónicamente, la Ufa había nacido, apenas veintiséis años antes, como instrumento propagandístico al servicio del Reich alemán.
Durante los años veinte, Berlín era un centro vibrátil en donde convivían la vida urbana moderna, las historias de las trincheras en la Primera Guerra Mundial y la explosión creativa del expresionismo y la Neue Sachlichkeit. Aquellos años no pueden entenderse sin la UFA. Hay que imaginar a Leni Riefenstahl ensayando con la música de Camile Saint Saëns la danza que inmortalizaría en Der heilige Berg (La montaña mágica) o las tardes de cine amenizadas con los Schlager de Zarah Leander, Marika Rökk o Marlene Dietrich. La música de las películas de Fritz Lang marca la pauta de aquellos años: la utopía futurista de Metropolis, la lúgubre partitura de Grieg para M y la trágica muerte de Siegfried en Die Nibelungen, acaso un preludio de lo que vendría después...