Representación olmeca del grano de maíz
Este artículo es un enriquecimiento y ampliación del texto publicado en Ancient Mesoamerica 2014 (Wendt et al. 2014: 309-316), donde se describió y analizó el hallazgo de una mazorca de maíz estilizada sin hojas, manufacturada en jadeíta olmeca encontrada en la temporada de campo del 2012 del Proyecto Arqueológico Arroyo Pesquero. Después de trabajar con algunas colecciones de Europa, Estados Unidos y México hemos visto la relación iconográfica que guarda con otras esculturas, que no habían sido tratadas en el artículo anterior, lo cual ha derivado en nuevas interpretaciones que serán expuestas a continuación.
Empezaremos ubicando y describiendo el hallazgo de manera que se tenga claro el contexto espacial y temporal de la pieza. Ésta se encontró en el sitio arqueológico Arroyo Pesquero, el cual se ubica en el sur del estado de Veracruz, en la frontera con Tabasco, a escasos kilómetros de la capital olmeca de La Venta. El sitio fue descubierto y reportado de manera fortuita a principios de 1969 cuando los pescadores Mariano Gallegos y su hermano Adelfo ayudaban a un habitante de la región a buscar una tina que accidentalmente se había hundido hasta el fondo del arroyo. El lugar al que hacen mención trata de un afluente de agua dulce perenne donde acudían los locales a surtirse de agua para tomar y lavarse –como es sabido, en época de sequía el agua de los ríos de la región se vuelve salobres y no apta para consumo humano. Hoy en día podemos observar este pequeño manantial, incluso podemos pensar que no era distinto en tiempos olmecas (1800-400 a.C.)-. El propietario de la tina le pidió ayuda a los hermanos Gallegos para recuperar el envase, los pescadores estaban acostumbrados a bucear en condiciones complicadas. A pesar de que Arroyo Pesquero en temporada de secas tiene un flujo de agua tranquilo, su composición es turbia y la visibilidad es casi nula por lo que la búsqueda de la tina representó descender tres o cuatro metros al fondo del río, y a tientas esperar encontrarla. Antes de lograr el cometido, don Mariano realizó el hallazgo de siete piezas en lo más profundo del río, tal es el caso de máscaras y hachas de piedra (Mariano Gallegos, comunicación personal).
Al poco tiempo del hallazgo, fue notificado al Instituto de Antropología de la UV (Universidad Veracruzana), el entonces director, Alfonso Medellín Zenil comisionó al arqueólogo Manuel Torres para ver qué pasaba en el sitio. A mediados de 1969, realizó la visita y a su regreso, trajo consigo una gran cantidad de objetos líticos, entre ellos algunas de las máscaras y hachas que se encuentran actualmente exhibidas en el Museo de Antropología de Xalapa (MAX).
Posteriormente en 1989, George Belcher, con ayuda de Manuel Torres, efectuó otro pequeño sondeo que derivó en el hallazgo de restos de cerámica, los cuales se desconoce su paradero. En últimas fechas el arqueólogo Carl Wendt ha desarrollado una investigación en el sitio, y sus alrededores, con del Proyecto Arqueológico Arroyo Pesquero (PAAP), que a través de varias temporadas de campo (2008 al 2012) confirma la existencia de ofrendas olmecas y por ende, la naturaleza ritual del sitio.
Es importante mencionar que el terreno que rodea el cauce de Arroyo Pesquero consiste en tierras bajas inundables, y en los distintos sondeos efectuados en las temporadas 2008 y 2010 del PAAP no se encontraron vestigios de material cultural alrededor del lecho del río. Esto indica que el sitio fue utilizado exclusivamente para abastecimiento de agua potable y para uso ritual.
Los resultados obtenidos por Carl Wendt y Lunagómez (2011), así como la investigación bajo el agua del año 2012, sugieren que los objetos recuperados en el lecho de la corriente fueron depositados como ofrendas y por lo tanto, no pretendían ser recuperados en un momento posterior; es decir, Arroyo Pesquero nunca fue un sitio de habitación olmeca (Wendt 2012). En la temporada de campo 2012 del PAAP, se realizó un sondeo en el fondo de río bajo el control de los arqueólogos subacuáticos Jeffrey Delsescaux y Jack Hunter, los cuales pudieron medir el contorno del subsuelo mediante la adopción de boyas a lo largo de transectos y lograron recuperar con éxito un puñado de objetos del fondo del arroyo en depresiones poco profundas, entre 2 y 3 metros, logrando registrar sus posiciones exactas (Wendt et al 2015:311). En una de estas depresiones, se halló, junto a otros objetos, lo que hemos denominado como "elote" de jade.
La pieza a la que hacemos mención es de color café anaranjado con algunas manchas blancas, mide 8.7 centímetros de altura y 2.5 centímetros en su parte más ancha, peso específico de 3.20 (Masson, 2013). Al igual que muchos otros objetos de piedra atribuidos a Arroyo Pesquero, este ejemplar está altamente pulido y alisado, con diseños tallados y líneas incisas. La escultura está realizada en jadeíta como lo reportaron los estudios realizados por el laboratorio de LANCIC dirigido por José Luis Ruvalcaba del Instituto de Física de la UNAM (Manrique et al. 2017).
En su parte inferior, el artefacto se compone de una especie de tallo cilíndrico, el cual está dividido en tres lados por unas acanaladuras. Cada uno de estos lados, tiene dos elementos apilados de forma rectangular. La línea superior de estos elementos tiene una hendidura en forma de V en el centro y en la línea inferior hay unas líneas incisas onduladas en contraposición a esta V. En la parte superior de la pieza sobresale un elemento cónico (Figura 1).
Figura 1. Dibujo realizado por Juan Pérez de la escultura fitomorfa (izq.) encontrada en 2012 por el Proyecto Arqueológico Arroyo Pesquero (Foto de Miguel Alfredo Hernández, der.).
Desde el artículo anterior, al que ya aludimos, discutimos que los rectángulos hendidos en este artefacto representan granos individuales de maíz ,idea planteada ya por Taube (2004:118-119) y Florescano (2003:12-13). El artefacto en su conjunto representa una mazorca de maíz sin hojas, donde los elementos rectangulares con incisión en su base representan los granos del maíz. Sugerimos en el artículo entonces que los elementos rectangulares sin hendidura incluyendo hachas de piedra verde, representan granos verdes sin madurar. Elementos rectangulares con hendiduras entonces representa un grano maduro o semillas de maíz para consumo o para siembra. Cuando se muestra un objeto que emerge de un rectángulo hendido, la imagen representa una semilla germinada o una planta que crece. Lo que planteamos ahora se base en la relación del rectángulo con la V hundida en la parte superior y la ondulación incisa en su base. En la iconografía olmeca esta relación no es muy común. Además de la pieza que nos ocupa hemos encontrado, hasta ahora, ocho ejemplos más, cuatro de ellos mencionados anteriormente (ver figuras 2, 5, 6 y 8) a los cuales se añaden cuatro más (ver figuras 3, 4, 7 y 9). Seguramente en un futuro se localizarán otros ejemplos; no obstante, por ahora nos concentraremos en estas ocho piezas. Cinco de ellas ubicadas colecciones públicas y privadas fuera de México (tres en Estados Unidos y dos en Europa) y tres piezas que se encuentran actualmente en colecciones públicas en México, a continuación se describen:
Figura 2. Posible perforador o cetro de jadeíta atribuida al sitio de Arroyo Pesquero (Parsons et al 1988:40-41), representa un personaje con rostro típicamente olmeca que emerge del elemento rectangular con la hendidura en contraposición con la ondulación en la parte inferior. Es de destacar que este artefacto también tiene una base truncada, una reminiscencia de la base cilíndrica de nuestra pieza de Arroyo Pesquero.
Figura 3. Posible perforador o cetro de procedencia atribuida al estado de Guerrero descrito como mango de perforador, sin embargo, al igual que nuestra mazorca, éste no tiene el punzón. Se encuentra en una colección privada (Berjonneau et al 1985: 36).
Figura 4. Posible perforador o cetro, tratándose del cuarto junto contando la mazorca de Arroyo Pesquero, presenta una forma similar. Abajo del personaje observamos el rectángulo con v hundida en contraposición con una ondulación. Es una pieza que se encuentra en una colección privada (Guthrie, 1995:42).
Figura 5. Hacha atribuida a Arroyo Pesquero que se caracteriza por tener una cabeza incisa de perfil con una cauda fitomorfa que surge de la parte superior de la oreja del personaje. En la parte inicial y final de la cauda vemos el elemento rectangular, casi cuadrado, que aparece sin la ondulación en la primera, mientras que en la segunda tiene un elemento que encontramos en la mazorca aquí analizada. Se encuentra en el Museo de Arte de Cleveland (Benson et al 1996:268).
Figura 6. Figurilla de pie con mecapal y procedencia atribuida al Estado de Guerrero, el personaje carga un cesto del cual sobresale un elemento rectangular inciso con ondulación (Benson et al, 1996: 232).
Figura 7. Tiesto que fue rescatado por el proyecto Manatí del sitio del Paraíso,Veracruz. Se trata del elemento rectangular inciso en un fragmento de cerámica (Ortiz et al 2010:160).
Figura 8. Bloque de Cascajal una de las primeras representaciones de escritura en el golfo, el cual elementos iconográficos en un sistema mejor estructurado de comunicación. Hay un símbolo que se produce cuatro veces (núm. 2, 24, 38 y 52), es una imagen de un objeto de forma rectangular con hendidura en contraposición de una ondulación, de la parte inferior sale un "tallo” (Rodríguez et al, 2006: 1612).
Figura 9. En la muy famosa y reconocida pieza del Señor de Las Limas. En la cara del personaje principal a un costado de cada uno de sus ojos encontramos este mismo elemento rectángulo inciso con ondulación de donde salen dos caudas fitomorfas.
De las nueve piezas que presentan el mismo elemento solo dos fueron localizadas a través de investigaciones desarrollas por proyectos arqueológicos: el tiesto de cerámica reportado por el proyecto el Manatí y el "elote" descubierto por el PAAP en 2012. Sin embargo, no nos parece adecuado excluir las otras siete, sobre todo el Señor de las Limas –descubierto en 1965 por unos niños de la comunidad de Las Limas, Veracruz- y el bloque de Cascajal, uno de los pocos ejemplos de escritura reportados para la zona metropolitana olmeca (Rodríguez et al 2006:1610). Los otros cinco ejemplos deben de tomarse con reservas; no obstante, llama la atención que tres de estos ejemplos son posibles cetros o perforadores, característica que comparten con la pieza descubierta en 2012.
La representación en estas nueve piezas está evidentemente relacionada con los símbolos de rectángulos casi cuadrados y con la V hundida, observados en múltiples ocasiones. Por ejemplo, es uno de los símbolos más recurrentes en el catálogo de Joralemon (1971) con sesenta figuras de V hundidas en rostros o en rectángulos diversos, relacionados con el Dios del maíz, expuesto por el mismo autor.
Observamos que para finales del Formativo medio (900-400 a.C) cuando parece haber un giro en el consumo, concepción y simbolismo del Maíz. Para el Formativo temprano (1800-900 a.C.) y principios del formativo medio (900-600 a.C.) varios autores han señalado que el maíz no era el cultivo y consumo principal para los olmecas del Golfo de México, en un trabajo recientemente publicado por Ann Cyphers et al, (2013) resumen claramente los últimos trabajos realizados en este sentido:
En suma, el surgimiento de los olmecas de San Lorenzo parece no tener relación con un excedente de maíz que se produjera en tierras de ribera. Ellos desarrollaron un estrategia adaptativa alternativa que involucró la diversificación en un amplio espectro de recursos de subsistencia (véase Bird et al. 2002) en lugar de especializarse en un cultivo de relativamente bajo rendimiento, como el maíz. Una tendencia similar pudo darse en la región de La Venta en donde se encuentra poco maíz carbonizado entre las fases Barí y La Venta temprano I, 1450-800 cal aC (Rust 2008: 1394). Los estudios realizados en Los Tuxtlas también señalan una baja dependencia del maíz durante el Preclásico inferior (Vanderwaker 2009). Se ha mostrado que, para la fase Franco temprano del Preclásico medio (700-550/500 aC) en San Andrés, Tabasco, el maíz no fue el alimento básico sino que pudo utilizarse en bebidas rituales (Seinfeld et al. 2009). (Cyphers et al., 2013: 58-59).
El maíz no parece haber sido el alimento básico hasta finales del Formativo medio e inicios del Formativo tardío (500-200 a.C.) donde parece existir un cambio en su relevancia y en su representación, como lo vemos de manifiesto en la iconografía y en las manifestaciones escultóricas del Formativo medio y tardío, tal es el caso de la escultura fitomorfa de jade encontrada en 2012 en Arroyo Pesquero con la representación de seis elementos rectangulares con ondulación incisa en su base, elemento que nos ocupa.
Nos queda claro por los trabajos anteriores que estas representaciones de rectángulos con v hendida hacen alusión al maíz y principalmente al grano de maíz; parece que este grano de maíz en particular con ondulación en su base nos está hablando de uno muy específico seleccionado posiblemente para su cultivo. La selección de granos para la siguiente cosecha es determinante para las diferentes variedades de maíz que existen en México. Parece que esta selección, la cual se sigue realizando por agricultores tradicionales hasta la fecha, es un proceso en un intento de mejorar y preservar las características varietales favorecidas, como lo han referido varios autores (Cabrera et al 2002:4; Jussiaux, 1963:22).
Nos parece que estos elementos representados en las nueve esculturas nos hablan de la importancia de un tipo particular de grano que era controlado y administrado por una clase dominante. Por tanto, la mazorca de Arroyo Pesquero hallada en 2012 podría haber formado parte de un cetro que simbolizaba el conocimiento y poder de esta variedad particular.
Figura 10. Fotografía de grano de maíz germinado.
El señor de las Limas adquiere una nueva carga cómo la representación de fertilidad del maíz. Tal y como lo menciona Coe (1965:747), el estilo olmeca es realista y en la representación del grano germinando en el rostro de esta escultura queda de manifiesto al compararlo con una foto de un grano de maíz germinado (Figura 10) vemos la V hundida que aparece al final del tallo con el brote del crecimiento cónico en la parte superior y nos hace más evidente que esta representación se refiere a este cultivo en particular, que se convertirá en emblemático a partir de ese momento. Respecto al bloque de cascajal podríamos presumir que las representaciones de los símbolos 2, 24, 38, y 52 se refieren a una variedad particular de maíz haciendo alusión a su cultivo o cosecha, ya que el elemento surge de un tallo cortado.
En algunos encuentros académicos se nos ha hecho la observación de que la escultura hallada en 2012 podría representar otra planta, no necesariamente un “elote” cómo lo propusimos en el artículo anterior. Ciertamente, no se trata de una representación exacta de lo que hoy en día conocemos como elote, y aun cuando el estilo olmeca generalmente es realista, también lo caracteriza las codificaciones y representaciones figurativas. Nos parece que es el caso de esta escultura en particular; por tanto, no solo seguimos considerando a esta pieza como un elote, si no un elote de una variedad específica que fue favorecida otorgándole mayor relevancia por los pueblos olmecas de la costa del Golfo de México para finales del Formativo medio.
Referencias
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