La privacidad en tiempos de realidad virtual
La realidad virtual, bajo los avances de las tecnologías informáticas, posee la capacidad de simular entornos y permite que las personas interactúen con esos entornos. Es usual que la industria aeroespacial emplee la realidad virtual para entrenamiento y simulaciones de vuelo. Entre los consumidores, la realidad virtual es cada vez más popular. Ejemplos de esto son los videojuegos de diversas temáticas, programas educativos y la capacitación para estudiantes en carreras ligadas al área de salud.
Pero, por otro lado, el próximo gran peligro para la privacidad es justamente, la interacción con la realidad virtual. Debemos recordar que internet alberga un sinnúmero de datos personales –correos, contraseñas, números telefónicos, redes sociales, ubicación, edad, preferencias de compra, currículums laborales, películas favoritas, predilecciones políticas– y mucho más.
En un futuro cercano, los datos personales serán almacenados por compañías supuestamente benévolas que pretenderán orientar a sus clientes en un sinnúmero de decisiones. Este acopio de datos facilitará que los delincuentes de nuevo cuño posean todas las facilidades para conocer los dígitos de tarjetas de crédito, el número de seguro social, la cuenta bancaria o el historial médico.
Así, por el progreso de la realidad virtual, la privacidad se vería dañada a una nueva dimensión. Tal vez, nuestras ondas cerebrales y ritmos cardiacos podrían ser expuestos o manipulados. A pesar de que la tecnología de realidad virtual aún se encuentra en sus primeras etapas, existen voces cada vez más destacadas que anuncian la amenaza extrema a la intimidad.
Es cierto que las aplicaciones de realidad virtual todavía son rudimentarias en comparación con el mundo exterior. Pero, cuando esta tecnología avance y los entornos de realidad virtual sean cada vez más inmersivos y realistas, los potenciales usos se ampliarán de forma extraordinaria. Esto podría dar facultades a los proveedores de esta tecnología para monitorear cada interacción y movimiento de sus clientes.
De esta manera, las compañías de realidad virtual podrían tener la capacidad de manejar o manipular una cuantía de datos sin precedentes. Por otro lado, existe un beneficio potencial en esta recopilación ingente. Un escenario optimista es que las marcas podrían crear anuncios enfocados en cada uno de sus consumidores, los que optarían por elecciones más personalizadas y provechosas.
En 2014, Facebook compró Oculus –una compañía enfocada en la tecnología de realidad virtual– en dos mil millones de dólares. Los analistas de tecnología aseguran que esto era una manera en cómo la red social fundada por Mark Zuckerberg pretendía adelantarse al futuro.
Con la adquisición de Oculus, Facebook poseerá acceso a un importante aumento del acopio de datos personales, que se emplearían para dirigirse mejor a audiencias concretas. El objetivo de Facebook es publicar, en tiempo real, anuncios más relevantes para sus usuarios. Esto puede ser beneficioso, pues crecerá la eficacia de la red social en el intercambio consumidores-empresas.
Facebook no es la única compañía que ve la publicidad como un excelente ámbito para el desarrollo de la realidad virtual. Las marcas más valiosas –de acuerdo a las listas de Forbes– introducirán alguna forma de experiencia de realidad virtual o aumentada para sus clientes o empleados. Para estas marcas, la innovación es fundamental para el sostenimiento de su influencia.
Por otro lado, se debe consignar que la generalidad de los usuarios ya está habituada a la publicidad personalizada en su vida online. Así, los sistemas de realidad virtual deberían utilizar políticas de privacidad ya establecidas. Además, los consumidores son más escrupulosos en cuanto a la configuración de privacidad en correos electrónicos y contactos virtuales.
La masificación de contactos virtuales que ostenta un individuo pueden compararse a las migajas de pan: residuos digitales que componen un verdadero mosaico vital. Precisamente, estas son las huellas que sirve de punto de inicio para cometer delitos, ya sea contra un sujeto en particular o contra alguien más en su nombre.
Con los nuevos dispositivos VR, los usuarios deben resguardarse desde un comienzo. Una buena idea sería poseer direcciones de correo electrónico y contraseñas separadas para los gadgets que funcionen en entornos virtuales.
No sólo los anunciantes y hackers tendrían la facultad de rastrear el comportamiento virtual de los usuarios. En un tiempo no tan distante, las agencias gubernamentales y policiales también podrían hacerlo; inclusive, éstas podrían tener la potestad legal de exigir datos personales a las empresas que las almacenan.
Las compañías tecnológicas tienen la responsabilidad de crear políticas de privacidad simples y claras; además, deben clarificar sobre qué datos se recopilan, para que los consumidores tengan la opción sobre si utilizar sus servicios o no.
El futuro de internet necesariamente se adaptará a las características de la realidad virtual. El desarrollo de esta tecnología debe ir en paralelo con una información acabada sobre el uso de los datos personales. De esta manera, podría evitarse que los hackers, compañías y agencias gubernamentales transgredan la privacidad de millones de usuarios.