Tres pinturas murales in situ en la sección sur del Conjunto del Sol N3E1, Teotihuacán
Introducción
La pintura mural prehispánica es una de las manifestaciones culturales de las poblaciones que se asentaron y desarrollaron en el vasto territorio conocido como Mesoamérica (Kirchhoff 1943) y que se han preservado hasta nuestros días en varios sitios arqueológicos del país. Los murales debieron ser hechos por pintores especialistas que llevaban a cabo todo un procedimiento para plasmar su obra ya fuera directamente sobre la piedra o bien sobre un aplanado, mediante técnicas pictóricas conocidas como “al fresco” y “al seco”. La primera de ellas supone que los pigmentos se aplicarán al soporte antes de que éste haya fraguado; mientras que en la segunda el aplanado ya fraguó cuando se aplican los colores. En cuanto al simbolismo representado tanto en la forma como el contenido de dichas expresiones artísticas, estaba vinculados con lo sagrado, inmersos en un pensamiento cosmogónico y mitológico.
La intención del presente estudio es dar una descripción detallada sobre tres murales in situ en la sección sur del Conjunto del Sol, un importante espacio arquitectónico asociado a la Pirámide del Sol, que ante su fuerte deterioro observado por la exposición al medio ambiente (y los agentes destructivos que se generan como: humedad, sales, microfauna y flora) desde el momento de su descubrimiento (hace más de cinco décadas), fueron registrados y conservados (mediante limpieza, aplanados de sacrificio y encofrados) por el Proyecto Mantenimiento Menor de la zona arqueológica Teotihuacán durante la temporada 2018, para su estudio y preservación (Cisneros et. al 2018). Con esto se pretende incrementar los textos informativos sobre la pintura mural tanto en el Conjunto del Sol como de la gran ciudad prehispánica de Teotihuacán.
El conjunto del Sol N3E1
Es un amplio recinto arquitectónico ubicado en la esquina noroeste del cuadrante N3E1 (Millon 1973), limitando al sur con la Plaza del Sol, al oeste con la Calzada de los Muertos y al este con la Pirámide del Sol. Fue excavado por el Proyecto Teotihuacán durante las temporadas de 1962 a 1964, en su mayoría por Eduardo Contreras (1965) y la parte suroeste por Robert Chadwik (1964). Dicho proyecto le asignó el nombre de Zona 5-A, de cuyos reportes e informes preliminares se menciona al respecto de las pinturas murales descubiertas en el Conjunto del Sol (no da una cifra de murales) que tenían una capa de carbonatos al momento de su hallazgo por lo que fueron desprendidas de sus lugares de origen para un tratamiento especial en laboratorio (Contreras 1965: 39).
La composición y distribución arquitectónica observados en el Conjunto del Sol siguen el patrón teotihuacano presente en otros conjuntos habitacionales de la gran ciudad prehispánica: dos plazas centrales comunicadas entre sí por un corredor y tres patios secundarios conectados a las plazas principales por pasillos o corredores cubiertos y descubiertos. Los patios están flanqueados en los cuatro puntos cardinales por templos o aposentos cuyos niveles de piso están más elevados y a los que se accede a través de pórticos con escalinatas o escalones respectivamente. El Conjunto del Sol cuenta con tres accesos: uno por el lado este frente a la esquina noroeste de la Pirámide del Sol, otro por el lado oeste viniendo de la calzada de los muertos y uno más en el lado sur a través del edificio 16 y la plataforma 17b (ver imagen 1).
Imagen 1. Plano de la sección sur del Conjunto del Sol, por Proyecto Mantenimiento Menor 2018 (Cisneros et al. 2018)
En cuanto a los vestigios arquitectónicos de la Sección Sur del Conjunto del Sol, se pueden clasificar para su descripción en dos categorías generales, con base en la definición que de ellas hizo Noel Morelos (1985: 119-121) para aplicarlas en su estudio sobre el Conjunto Plaza Oeste:
Espacios. Aquellas que sin importar su forma ocupan un espacio y determinan espacios a su alrededor, como las plazas y los patios, las plataformas, caídas de agua con canaletas y los espacios de circulación abiertos como pasillos y corredores (ver imagen 1).
Estructuras. Los define principalmente su impresión volumétrica exterior, como son los espacios cubiertos y abiertos identificados como habitaciones, adoratorios, altares así como basamentos piramidales (ver imagen 1).
Otro aspecto que distingue al Conjunto del Sol es la presencia in situ y a la vista del público de vestigios arqueológicos como lo son: tres esculturas en piedra arenisca reutilizadas en la base de caídas de agua y al pie de muros de pasillos secundarios (Cisneros 2017), un canal de agua que captaba su flujo a través del agua pluvial colectada del muro este en talud de la Estructura 16 (Cisneros et al. 2018) y tres pinturas murales que son el tema central del presente texto.
La pintura mural teotihuacana en el Conjunto del Sol
A través de una revisión de los diversos ejemplares de pintura mural recuperados en diversos proyectos de investigación, se puede constatar lo que en su catálogo argumentaba De la Fuente en relación a la decoración iconográfica que presentaban la mayoría de los vestigios arquitectónicos del Conjunto del Sol o Zona 5-A: “debió tener importancia primordial entre los conjuntos arquitectónicos de Teotihuacán” (De la Fuente 1995: 59).
Al igual que el estudio de Miller sobre la pintura mural teotihuacana (1973), ambos nos describen e ilustran sobre los murales que decoraban las paredes interiores y exteriores de templos, aposentos, pórticos, pasillos y altares del Conjunto del Sol: figuras humanas, grandes tocados, vírgulas del habla, jaguares, serpientes, aves, mariposas, conchas, caracoles, plantas de maguey, flores, corrientes de agua, estrellas de cinco puntas, discos sencillos y/o con diseños interiores, todos ellos enmarcados por bandas ondulantes, líneas verticales paralelas, formas poli lobuladas y geométricas de diversos significados y alusiones. Una riqueza de diseños que a los entonces ocupantes y visitantes de la gran urbe teotihuacana les debió parecer cobraran vida con la amplia gama de colores vertidos en ellos: amarillo, verde, azul y tonalidades de rojo que van desde el rosa, pasando por anaranjado hasta un rojo obscuro.
Aquí se repite un patrón en la abundancia decorativa que se había visto en destacados conjuntos arquitectónicos de la ciudad: Tetitla, La Ventilla, Atetelco, Zacuala, Edificios Superpuestos y Tepantitla. Son testigos del auge de la pintura mural en Teotihuacán que Jorge Angulo (1966: 45-51) propone para la fase Xolalpan, en el apogeo de la gran ciudad, que en el caso de los murales del Conjunto del Sol encontrados y retirados (la mayoría) durante las excavaciones del Proyecto Teotihuacán 1962-64, corresponden a la última fase constructiva (Contreras 1965).
En relación a las técnicas utilizadas en la pintura mural en Teotihuacán, durante mucho tiempo se consideró que la buena conservación de los murales era indicativa de la presencia de frescos, ya que dicha técnica genera una interacción entre la capa de pintura y el enlucido aún fresco en el momento de pintar, propiciando una capa de carbonatos que envuelven y protegen los pigmentos asegurando así una larga duración.
En la actualidad, se opta por la propuesta de una técnica mixta en la que el uso de una técnica al fresco para el color rojo de fondo de la mayoría de los murales antecede a la aplicación de los demás colores sobre el enlucido ya seco, al temple. También es frecuente la sobreposición de capas de los diferentes tonos utilizados para realizar las pinturas.
Los ejemplares in situ de pintura mural teotihuacana en el Conjunto del Sol
Los Murales 1 y 2 se localizan en el tablero oeste y norte respectivamente de la Plataforma 4 o Altar, la cual está adosada a la parte este del muro norte de la Estructura 16. Conserva en sus fachadas oeste, norte y este el elemento arquitectónico talud-tablero teotihuacano y desplanta de un nivel de piso hecho a base de bloques careados de andesita gris, con esquinas y bordes rectos, que están unidos sin mortero, es decir al calce. Dicha base colinda al norte con un piso con enlucido rojo que está a un nivel de -18 en relación al desplante del altar, y corresponde al piso de una plaza o patio secundario de la cual formaban parte la Plataforma 4 y el edificio 24a (Cisneros et. al 2018). Fue descubierta durante las excavaciones de Chadwick en 1962-64.
El Mural 1 tiene 1.53m de largo y 35cm de alto. Este mural es el que Miller registra como Mural 1 de Plataforma 4, Zona 5-A, y en el dibujo que reproduce se observa la presencia de dos colores más: verde y azul (1973: 88, figuras 139-141). En un fondo de color rojo se observan tres discos con círculos concéntricos alineados horizontalmente de 31cm de diámetro exterior y 18cm de diámetro interior, destacando que los círculos 1 y 2 tienen una diferencia de 1cm en su alineamiento y están separados por 23cm entre sí. Los tres discos contienen en una franja interior diseños triangulares entrelazados pintados alternadamente de amarillo y rojo. Los triángulos en amarillo parecieran ser equiláteros, mientras que los que están pintados de rojo es posible sean isósceles.
Imagen 2. Detalle de diseño círculos concéntricos con triángulos en su interior, mural 1.
El Mural 2 tiene 60cm de largo, 40cm de alto y corresponde a un segmento de un mural que abarcó todo el tablero norte. El fragmento lo constituyen los restos muy deteriorados de un disco de 31cm de diámetro exterior y 18cm de interior con círculos concéntricos y diseños similares a los del Mural 1.
Este tipo de motivos Miller los clasificó dentro de su octava categoría: diseños geométricos y curvilíneos (1973: 23), mientras que De la Fuente los describe así: “diseño de discos en cuyo anillo exterior se advierten triángulos encontrados” (1996: 67, 79). Por su parte Chadwick se refiere a ellas como: “un altar con talud y tablero con un cuarto más reciente construido arriba, apareció una pintura mural que parece ser un disco del sol.” (1964: 22).
El marco del tablero también conserva restos de enlucido rojo tanto en el borde inferior y superior como en el borde lateral derecho. En algunas secciones de los bordes de los círculos aún se aprecia el esgrafiado de los círculos sobre la capa de cal, lo que indica que fueron hechos a través de la técnica en fresco por esgrafiado.
El proceso de acabado decorado que presentan los muros de los tableros oeste y norte consistió en un aplanado regular de superficie alisada de 2cm a 4cm de espesor, a la cual se le aplicó una capa de enlucido de cal fina y sobre ésta, aún fresca, se trazaron los círculos concéntricos con líneas esgrafiadas rascando la superficie posiblemente con un compás de hilo, como ha sido sugerido para dicha técnica en murales de la Pirámide del Sol (Sarabia y García 2006: 69). En el Mural 2, al centro del disco aún se puede apreciar el lugar donde se apoyó tal compás. Posterior a este paso se trazaron los triángulos a través del esgrafiado y se aplicaron los colores rojo y amarillo. En su estudio sobre materiales y técnicas en la pintura mural de Teotihuacán, Luis Torres señala que el rojo obscuro lo obtenían de la hematita, mientras que el amarillo de la geotita, ambos minerales (1972: 39-48).
Observando ambos murales a detalle se distingue los restos no consecutivos de una línea de tonalidad entre roja y obscura en los contornos de cada círculo. Este rasgo ya lo había notado y señalado Chadwick en su informe sobre la pintura mural del tablero del altar (1964: 22), añadiendo que dicho dato aparece en la pintura teotihuacana hasta después de la época tardía de Teotihuacán II – III (1964: 22). Estas líneas servían para delimitar las figuras una vez que se habían pintado (Torres 1972), y al mismo tiempo para cubrir los esgrafiados previamente realizados.
Cabe entonces aquí señalar que si el esgrafiado fue hecho al fresco, la aplicación de la pintura debió ser al fresco-seco. Observando de cerca el mural, en el segmento de motivos del segundo círculo se pudo notar el esgrafiado erróneo de un triángulo equilátero, ya que se encuentra entre los tonos rojo y amarillo.
Recurriendo a los textos sobre pintura mural teotihuacana de Miller (1973) y De la Fuente (1995), se puede señalar que los diseños en forma de círculos concéntricos se usaron generalmente para decorar tableros y molduras de tableros. Sin embargo no se hallaron ejemplos del uso de diseños de círculos concéntricos con triángulos en su interior. El único ejemplo del uso de triángulos amarillos en un mural lo encontramos en el mural 1 del pórtico 1 del conjunto Edificios Superpuestos, hay una banda horizontal de triángulos pintados en amarillo que enmarcan el acceso al recinto, ya que se localizan en un plano remetido (Cabrera 1995: 27-43).
El Mural 3 se localiza sobre el recubrimiento del muro noreste del Espacio 24g, un espacio de forma rectangular de 8.25m de largo y 4.60m de ancho que se ubica en el lado noroeste de la Estructura 16, colindando al este con el Espacio 24f, al oeste con el Espacio 24h, al norte con el escombro y vegetación del relleno del espacio 24 y al sur con el muro norte de la Estructura 16, a la cual está adosada (ver figura 1).
El nivel de su piso está 50cm debajo del nivel del espacio 24h con el que colinda al oeste y al cual se accede a través de dos escalones con enlucido rojo y un pórtico de 1.20m de ancho. El espacio 24g tiene otro acceso de 2.50m (actualmente cerrado por un muro seco colocado quizá durante las excavaciones de Contreras) localizado entre los muros noroeste y noreste del recinto, que posiblemente se trate de un pasillo o corredor ya que ambos muros hacen esquina con muros que se continúan hacia el norte. Debió ser un espacio abierto, no techado, ya que no se observan restos de columnas en su interior (Cisneros et. al 2018).
El descubrimiento del espacio 24g no se menciona tanto en el informe preliminar de Contreras como en el de Chadwick, mientras que el Mural 3 tampoco fue incluido en los estudios sobre pintura mural de Miller (1973) y De la Fuente (1995).
El Mural 3 tiene 2.40m de largo, 3.65m de alto y el proceso de acabado decorado que presenta el muro en que fue plasmado es el mismo que se siguió para los murales 1 y 2. Los diseños que se aprecian en el Mural 3 consisten en una sucesión de bandas diagonales paralelas que se describirán de oeste a este: una de triángulos isósceles continuos pintados en rojo intenso de 15cm de longitud, dichos triángulos están pintados sobre un tono más claro de rojo, de aspecto rosado, la cual es de 25cm de ancho; las bandas de triángulos están separadas entre sí por 42cm (figura 8). Este tipo de motivos pertenecerían a la octava categoría de Miller: diseños geométricos y curvilíneos (1973: 23).
Imagen 3. Esquina noreste del espacio 24g, vista desde el suroeste.
A las dos bandas de triángulos y de tono rosa, les sucede una banda homogénea pintada en el mismo tono de rojo que los triángulos y tiene 24cm de ancho. Para las diferentes tonalidades de rojo, los pintores teotihuacanos mezclaban la hematita con cal para un rojo claro, mientras que el color rosa se obtenía por transparencia aplicando una suspensión de partículas muy finas de hematita en agua y para el rojo obscuro solo utilizaban hematita pura (Torres 1972: 39-48). Cabe señalar que en algunas partes de las bandas, se pudo registrar la presencia de esgrafiado de líneas rectas que debieron ser para el previo trazo, con la cal aún fresca, de las bandas.
El Mural 1 del Pórtico 3, en el Conjunto Plaza Oeste consiste en dos grupos de bandas diagonales en sentidos opuestos (formando una V con un ángulo mayor a 90°), cada banda tiene cuatro líneas flanqueadas en sus dos lados por una sucesión de triángulos isóseles, Cabrera señala que por su forma y composición los diseños de dicho mural representan una macana o armas militares, complementando la imagen dos figuras pequeñas en forma de plantas de maguey (Cabrera 1995: 44-51).
Todos los diseños de bandas lisas y de triángulos están enmarcados en el lado oeste por una banda de 22cm de ancho que en su interior contiene una motivos en espiral a manera de una cenefa de volutas, de 26cm de largo y 22cm de ancho, pudiendo aún distinguir tres diseños alineados verticalmente y pintados de forma continua (figura 11). En el extremo este del mural es inapreciable la presencia de esta cenefa de volutas debido al mal estado de conservación de dicha sección, aunque es posible que el Mural 3 se continuara hasta el muro este en talud del espacio 24g, ya que se observan restos de enlucido rojo en dos tonalidades: rojo obscuro y rosa.
El Mural 1 del Pórtico 1, en el Conjunto Plaza Oeste tiene una cenefa de volutas o espirales dibujadas con líneas continuas que rodean el borde de los muros en talud hacia los lados y en la parte superior, un caso similar lo son el del Mural 1 del Pórtico 1 en el Conjunto del Quetzalpapalotl, el Mural 3 del Pórtico 1 en Totómetla y el Mural 1 del Pórtico 1 en el Palacio de los Jaguares; Cabrera señala que su función es la de enmarcar motivos principales y que este tipo de diseños posiblemente estén relacionados con el agua (Cabrera 1995: 44-51).
Comentarios finales
Los tres ejemplos de pintura mural teotihuacana in situ en el Conjunto del Sol que se describieron en el presente estudio, fueron encofrados por los restauradores del Proyecto Mantenimiento Menor de la zona arqueológica de Teotihuacán, temporada 2018 para su preservación, por lo que actualmente no se encuentran a la vista del público en general.
Después de revisar cada uno de los murales de Teotihuacán, encontrados in situ durante diversas excavaciones realizadas en el sitio y que están registradas tanto en el catálogo de Beatriz de la Fuente (1995) como en el estudio sobre pintura teotihuacana de Miller (1973), podemos decir que el diseño de los Murales 1, 2 y 3 de círculos concéntricos con triángulos pintados en dos tonalidades en su interior son por ahora inéditos, ya que no se encontraron ejemplares similares.
Los datos registrados en los Murales 1, 2 y 3 sobre las medidas constantes de la longitud de los triángulos y las volutas, las líneas rectas y circulares esgrafiadas, el ancho de las bandas y su separación entre sí nos indica que por muy sencillos que fueran los diseños de un mural había una distribución planificada por parte de sus creadores para el óptimo aprovechamiento del espacio en el mural, lo que refuerza la idea sugerida con anterioridad de una completa especialización de los pintores teotihuacanos.
Referencias
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SARABIA GONZÁLEZ, Alejandro y Edgar García Fragoso. “Pintura mural en la plataforma adosada a la Pirámide del Sol en Teotihuacán”, en La pintura mural prehispánica en México. Boletín informativo, número 24-25. Instituto de Investigaciones Estéticas. UNAM. México. 2006.
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